Lima, Agosto 21, 09.- Eran las 20 horas, mi bus seguía su rítmo: acelerado y rudo. Me relajaba la música de la radio, luego de unas intensivas clases. Mi atención se despertó en el cruce entre Petit Thouars y Manuel Segura de Lince.

El semáforo estaba en verde. Repentinamente, el policia que hacia la guardia a un instituto, detuvo mi carril sin aparente motivo...

Algunos autos frenaron a secas y otros ni eso alcanzaron, no supieron qué hacer ambos carriles. Falto poco para un accidente.

Luego, la autoridad, hizo un gesto con las manos,indicaba prestar atención con los oídos. Me quite los audífonos: De la calle Manuel Segura, se escuchaban las sirenas de una ambulancia.

Cuántas veces he sido testigo de una situación similar, en que la autoridad, los conductores o transeuntes ni cedían el paso a una unidad de emergencia (ambulancia, patrulla o bomberos).

¿Porqué sucede esto? Simplemente, el oído se acostumbra al sonido, se acostumbra a los diferentes sonidos, aplicando a la realidad de Lima, ciudad altamente contaminada por el ruído: El oído deja de oir (...). Por ello las sirenas tienen variantes de sonidos al mismo tiempo.

Simultánemente, otra respuesta sincera está en el rol más importante de todo ser humano: el uso de un criterio moral. Personas que pueden ceder, no lo hacen porque simplemente poco les importa idear una forma de hacerlo.

Cómo si estuvieramos seguros y libres de ser nosotros, mañana los que fueramos trasladados en una emergencia similar. 

Por Liria Difranco.